Figuras imposibles

FIGURAS IMPOSIBLES

Texto de Vicente Aguilera Cerni para la exposición de “Figuras Imposibles” que tuvo lugar en la Galería de L’Université de París en septiembre de 1979.

Entre los diversos puntos de vista empleados para dilucidar los fundamentos de la actividad artística en general, uno de ellos nos parece pertinente, cuando nos acercamos al planteamiento de las obras de José María Yturralde. Esta distinción podría ser aquella que marca las nociones del “arte” y de la “estética”.

Si la belleza fuera, para cualquier obra humana la interpretación, la reorganización, o la corrección de lo bello tal y como aparece en la naturaleza, comportando en sí la fuente de los valores (que es importante y válido a la vez, en el margen de lo que es puramente cuantitativo), tal concepto conduciría a la realización de un proceso selectivo y técnico. De esta forma, la ocupación de los artistas –pintores, escultores, arquitectos, diseñadores, etc.-, se vincula, posibilitando la utilización de operaciones determinadas, a los niveles tecnológicos de una sociedad determinada. La concordancia entre las diferentes nociones de belleza y la adecuación de las técnicas determinarían la cualidad artística de una obra.

Pero he aquí que en nuestra era industrial y técnica, los valores del arte han entrado en crisis, ya su esencia cualitativa se enfrenta con un sistema cultural fuertemente oprimido por un sistema económico en el cual la cantidad es inseparable, no solamente de sus soportes industriales, sino más aún de su producción de valores. Y esta dialéctica entre lo cualitativo y lo cuantitativo, se convierte en una de las causas fundamentales que han provocado la inseguridad, la duda y el antagonismo del hecho artístico.

Como decía Julio Carlo Argan “Es cuestión de saber si el sistema capitalista-industrial pone solamente al arte en crisis como un conjunto de técnicas irreductibles a su tecnología propia, o igualmente, a través del arte al valor estético bien que contradictorio con su esquema propio de valores”.

Entonces, si la estética adquiere vitalidad por su consubstanciación con la noción de valor, y si el arte se trastorna, por su ruptura con el sistema tecnológico y con sus consecuencias culturales, ¿qué caminos se nos ofrecen para salvar esta fosa y comenzar a caminar hacia un nuevo modelo que no se base en la repetición y lo arbitrario?

Es preciso decir que Yturralde figura entre los pocos artistas que han formulado seriamente esta cuestión. Podemos decir también que su respuesta está bien clara: renovar la actividad artística en sus relaciones con la ciencia. Por esta razón, parte implícitamente de la suposición que el arte es a la técnica lo que la estética es a la ciencia. Por consecuencia y lógicamente su trabajo se inscribe en una dirección que se dirige hacia las fuentes originales, según el concepto que identificaría la estética con la ciencia del arte, como una ciencia de la belleza que fuera, claramente, la ciencia del arte.

Pero Yturralde es un artista, no un filósofo, aunque se inspire de un fondo filosófico. Hay que decir que en el momento en que se apoya en la ciencia lo hace de una forma empírica, proponiendo sistemas que se realizan en virtud de un modelo de comportamiento. La conducta artística de Yturralde, su búsqueda de lo estético, se concreta en una metodología, bien que este método no se dirige directamente hacia la aplicación técnica de sus búsquedas, sino hacia los fundamentos estructurales del fenómeno estético. Es equivalente a decir que si rompe con la tradición de los sectores más amplios del arte contemporaneo, es porque se suma conscientemente a otras vías quizás menos numerosas, aunque siempre activas en la investigación de los fundamentos que estarían necesariamente de acuerdo con los datos que dan forma a los conceptos actuales del mundo, de la realidad y del conocimiento.

Desde la racionalidad geométrica a la psicología de la percepción, desde el espacio-tiempo a la concordancia con las leyes naturales, Yturralde se encamina irresistiblemente hacia la creación de la consciencia para la apreciación de los estéticos. Lo que comporta un nuevo proyecto donde los objetos creados, cualquiera que sea la dimensionalidad y su universo reivindican para lo humano su horizonte de lo universal, su concordancia con la naturaleza y su búsqueda de la plenitud.

VICENTE AGUILERA CERNI